Un posible origen del placer del cornudo
El cornudismo, que es una forma de voyeurismo, es un comportamiento sexual de naturaleza desviada, principalmente masculino pero a veces femenino, en el que el...

El cornudismo, que es una forma de voyeurismo, es un comportamiento sexual de naturaleza desviada, principalmente masculino pero a veces femenino, en el que el placer se obtiene mediante la visión furtiva de escenas eróticas que involucran a su pareja manteniendo relaciones sexuales con otro hombre o con otra mujer, a veces incluso en grupo.
Esta tendencia a menudo tiene su origen en una educación infantil represiva y autoritaria, que provoca un bloqueo sexual en la persona reprimida durante su infancia.
Los cornudos permanecen en una etapa psicológica infantil donde no sienten la necesidad de tener una actividad sexual considerada adulta. ¿Cuáles son entonces sus posibles orígenes?
Es esencial entender que el principio fundamental detrás del placer del cornudo es siempre un mecanismo de proyección y transferencia.
El primer caso de transferencia ocurre cuando el cornudo se proyecta en la figura del amante, un hombre muy fálico que proporciona placer a su compañera. Un placer que él mismo no cree ser capaz de otorgar plenamente.
Por tanto, atribuye esta capacidad al amante y se identifica con él. Además, esta percepción se alinea perfectamente con las expectativas de una educación represiva: no es culpable de lujuria puesto que no actúa directamente.
En ocasiones, esta visión surge de la ausencia de un padre demasiado ocupado, incapaz de permitir que su hijo se identifique con el hombre en desarrollo que está destinado a ser.
El segundo caso de transferencia se da cuando el cornudo se proyecta en su propia pareja. Es una forma indirecta de aceptar la faceta femenina dentro de sí mismo, a la que otorga la importancia aprendida en su educación.
Si creció en un entorno fuertemente matriarcal donde la imagen paterna y/o masculina fue denigrada, el joven intentará identificarse con la figura adulta más favorable dentro de su estructura parental, perpetuando así esta tendencia al identificarse con su compañera.
Esto explica la versión clínica. En términos generales, todos poseemos cierta tendencia voyeurística, no necesariamente sexual y en última instancia muy natural. ¿Quién no dirige la mirada al vislumbrar un trasero atractivo o un hermoso pecho?
Observamos primero por curiosidad; después, como referencia personal, para calmar el ego o alimentar el orgullo.
El cornudismo puede considerarse patológico cuando es el único estímulo sexual posible. El verdadero placer del cornudo radica en la transgresión.
El cornudo no requiere necesariamente del coito físico y puede permanecer como mero espectador: el espectáculo basta para su satisfacción.
Ciertas circunstancias llevan al cornudo a esconderse para sorprender a su cónyuge. Su placer se intensifica con la posibilidad de ser descubierto y la idea de que los observados se sientan avergonzados por haber sido pillados in fraganti.
La "ediosis" es el término médico que designa la excitación física experimentada por el cornudo ante la representación de la desnudez. Una sensación que cualquiera puede experimentar, por ejemplo, al presenciar un striptease.
En el voyeur activo, la ediosis es simplemente más intensa y focalizada. Pero ¿convive este placer visual y carnal con la legalidad? Observar a la propia pareja en situaciones excitantes no constituye un delito punible.
El orden público solo sanciona a los cornudos que se infiltran en propiedades privadas ajenas o que captan y difunden imágenes íntimas sin el consentimiento de sus compañeros.
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