Consolador de emergencia

Anteayer teníamos previsto recibir a Ayach, quien viene de vez en cuando a honrar a la Señora. Un hombre de las islas de 26 años, simpático, buen tipo y sobre todo... una verga de oro que ella aprecia en su justo valor, no solo por su tamaño sino también porque sabe usarla. Pero hete aquí que esa misma mañana el muy pillo tuvo que cancelar -por una razón completamente válida, precisemos-.

Como no quería dejar a S con la frustración (la cita estaba anunciada desde el día anterior y la sentía excitada ante la perspectiva), saqué de la chistera un "follador de emergencia" que llevaba bastante tiempo intentando su oportunidad en el sitio libertino donde está nuestro perfil.

A la hora acordada, y aunque la Señora refunfuñe un poco por este cambio de última hora, llegó Rodrigo. Presentaciones de rigor, algunas palabras triviales... y de repente mi querida suelta: "Bueno, ¿qué hacemos?" La señal estaba dada, mi preciosa putita no quería demasiada charla, ¡había que pasar a la acción!

Tres minutos después, una vez subida la escalera, la verga de Rodrigo estaba en su boca. A mí me gustó la impaciencia de mi belleza, señal de su deseo de follar; señal de que no estábamos para perder el tiempo, sino para ensartarla a ella. A pesar del tamaño impresionante del consolador de emergencia, y como siempre, la Señora hizo su trabajito con aplicación mientras Rodrigo no parecía quejarse.

Con la fase dos, las cosas se complicaron un poco. Cuando se la metió en el coño, S. gimió muy muy fuerte. Evidentemente esa polla sobredimensionada tenía dificultad para hacerse camino en su estrecha vaina. Pero la Señora estaba bien mojada y ¡entró! Durante un largo rato, fue grato ver a mi querida recibiendo una buena limada. Montada dos veces, la Señora "bien follada" la pasó mal. De hecho, tuve que cerrar la puerta del dormitorio para amortiguar sus gritos.