Una amiga (muy guapa pero un poco tímida) me contó hace poco una desventura que le ocurrió el pasado octubre.
Su marido es lo que se llama un "voyeur", le gusta ver videos y fotos pornográficas en internet. Sin complejos, no duda en mostrarle algunas de estas fotos a mi amiga.
Desafiando su timidez, había contactado a un fotógrafo aficionado que ofrecía sus servicios gratuitos en un sitio de anuncios clasificados para posar para algunas fotos eróticas que le regalaría a su marido con la esperanza de complacerle.
Como ella me lo contó:
Cuando, provista de sus más bellas lencerías, llegó a casa del hombre, se sintió incómoda de inmediato.
- "Era viejo y gordo, su mirada casi me dio asco, tan vicioso parecía", me dijo.
Pero era demasiado tarde para echarse atrás, así que entró en su casa.
- "¿Quiere que le fotografíe en el salón o en la habitación?".
No quería estar en ropa interior en su habitación, pensé que estaría más segura en el salón.
¡Si lo hubiera sabido!
Empezamos con algunas fotos en las que me pedía que me subiera la falda, que me inclinara cuidando de dejar bien al descubierto mis nalgas,...
Luego me preguntó si había traído lencería y me propuso que me cambiara. Cogí mi bolso y lo miré, esperando que me dijera dónde debía ir para desvestirme. Él comprendió mi expectativa (seguramente acostumbrado a eso) y me invitó a hacerlo delante de él, pretextando que estaba acostumbrado y que no debía sentirme avergonzada.
¡Pero lo estaba!
Me armé de valor, le di la espalda y me desnudé antes de ponerme un tanga y un sujetador de push-up que había comprado para la ocasión.
Una vez que estuve lista, me hizo adoptar todo tipo de posturas: sentada en una silla con las piernas abiertas, de frente y de espaldas tumbada en su sofá, tumbada en el suelo,...
Me pidió que me tumbara en la mesa del comedor y luego apagó la luz diciéndome que continuaría solo con el flash. Lo cual hizo, de hecho, para varias fotos.
Estaba tumbada boca abajo cuando me dijo que estaría bien si me desabrochaba el sujetador, tuvo que insistir porque no estaba muy dispuesta, pero al final lo hice. Luego me alcanzó una pequeña bufanda de seda y me invitó a darme la vuelta ocultando, si quería, mi pecho con esa tela. Hizo algunas fotos completas y luego se acercó para primeros planos. De vez en cuando me decía que bajara un poco la bufanda, hasta que sin darme cuenta estaba con los pechos al descubierto. En mi cabeza pensé que a L le gustaría, así que...
(L es su marido)
¡Pero fue entonces cuando todo salió mal!
Estaba tumbada con los pechos al descubierto y en tanga sobre la mesa, se acercó a unos centímetros de mí y, mientras me decía que así saldría mejor en las fotos, me pellizcó y estiró los pezones para 'hacerlos más grandes'. En ese momento quise levantarme, pero dejó su cámara, puso una mano en mi pecho presionando para mantenerme tumbada y luego metió la otra mano en mi tanga diciéndome que debía pagarle 'en especie' por el trabajo que estaba realizando.
Mi mano salió y le di una bofetada. Él se apartó y yo me levanté y bajé de la mesa. Me vestí rápidamente y me fui con lágrimas en los ojos.
Ahora me arrepiento, no por haberle abofeteado, sino porque tiene fotos mías.
Yo:
Tranquilicé a mi amiga diciéndole que nunca se atrevería a usar esas fotos, que seguramente las guardaría para él, para masturbarse en su cama.
Unos días después volví a contactar con ella pidiéndole que me indicara cómo encontrar el anuncio que ese hombre había puesto en internet porque iba a intentar asustarlo para que destruyera las fotos.
(Por supuesto, ese no era el verdadero objetivo, como se imaginarán).
Próximamente, mi visita a este fotógrafo.
Acerca de faro
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