En nuestro segundo trío con Felipe, habíamos decidido usar preservativo pero no era adecuado para su gran polla en forma de ojiva.
Me pareció muy excitante verlo luchar con el trozo de plástico, mi esposa desnuda excepto por las medias, en posición de perrito frente a él.
Él la tomó y el preservativo claramente no se mantenía bien, pero insistió y ellos estaban disfrutando mucho.
Yo miraba y ya me estaba masturbando muy excitado cuando finalmente quitó el preservativo recalcitrante para retomar con más brío.
Sandrine lo sentía dentro de ella y sabía exactamente lo que estaba pasando y también se deleitaba hasta que lo recibió en posición misionera diez minutos después.
Hablamos de ello con una sonrisa mientras nos acariciábamos, ella tenía una toalla entre los muslos para el semen de mi amigo.
Me había corrido encima porque la escena había sido aún más excitante que si hubiéramos empezado como la primera vez.
Nunca más hablamos de ello y unos minutos después, mientras se besaban, él apartó la toalla para introducirse de nuevo de la manera más natural del mundo, un largo misionero para el mismo final, inundándola de nuevo.
Mientras me preparaba, ella volvió a poner la toalla, apretó las piernas, se había corrido y quería permanecer en sus sensaciones.
Yo también estaba bien y no insistí.
Tumbada frente a mí, me masturbó mientras me masajeaba los huevos y en unos segundos y con un lametón de paso, exploté de nuevo.
Felipe ya se había vestido después de un breve paso por el baño y sin decir una palabra, se sentó a nuestro lado para acariciarle las nalgas.
La dedeó de paso.
Ella se dejó hacer, la mueca en su rostro decía mucho...
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