Hace muchos años que practicamos exhibicionismo en internet.
También hace tantos años que le pido a María que vivamos una experiencia cornuda.
Después de hablar largo y tendido, María aceptó la idea de hacer un experimento.
Ella era muy reacia a la práctica.
No quería que yo asistiera al encuentro y no deseaba hacerlo con un desconocido.
Acepté este compromiso.
Ella retomó contacto con un antiguo compañero de trabajo que le había hecho proposiciones y al que apreciaba mucho.
La reconexión fue rápida y quedaron citados los dos.
Yo no participaría físicamente pero sería informado por SMS del avance de este encuentro y, por supuesto, María me contaría todo al mínimo detalle.
Nuestro amigo no estaría al tanto de nuestro pequeño juego.
Habíamos acordado que podía no pasar nada o todo lo contrario.
Recibí entonces mensajes como "me reúno con él a las 15h en tal lugar".
Luego otros: "estamos en la playa", "vamos al agua", "besos en el agua".
Después "vuelvo a casa" tras una buena hora.
No les describo mi grado de excitación y las preguntas que me asaltaban: ¿Qué están haciendo?, ¿están haciendo el amor?, ¿ella se negó?...
No podía más y desde la recepción del mensaje "vuelvo a casa" estaba dividido entre la duda de un fiasco o de una primera experiencia exitosa.
María llegó toda sonriente y yo le dije, muy excitado: ¿Entonces?
Ella me respondió: ¡Genial! Lo hicimos en el agua.
¿Hiciste el amor? ¿Entró? ¿Te corriste?
Tantas preguntas surgían mientras mi excitación aumentaba.
María también estaba muy excitada y me contó su aventura:
Tomamos un café y él me propuso ir a bañarnos en un lugar tranquilo para tenerme solo para él.
Lo seguí hasta un sitio bien aislado.
Nos cambiamos en la playa y aprovechó para mirar mis tetas y mi coño mientras me cambiaba.
En la playa empezó a darme besos en el cuello, en la boca, e intercambiamos besos lánguidos.
Me propuso entrar al agua: Estábamos en el agua a media altura y empezó a besarme, a acariciarme sobre el bañador y luego debajo del bañador.
Se puso detrás de mí, me agarró las nalgas con ambas manos, pasó su mano entre mis piernas y me acarició el clítoris mientras me besaba el cuello.
Se apretó contra mis nalgas y me tocó las tetas y el coño.
Sentí su pene duro contra mi braga y sus dedos entrar en mí. Empecé a mojarme y él me lo hizo notar.
Saqué su pene tieso fuera del bañador y él soltó un "hmmmm" de satisfacción mientras alternaba dedos en la vagina o clítoris.
Sin poder contenerme, me di la vuelta, me senté sobre sus piernas y él me penetró sin resistencia, soltando un gran gemido y diciendo: "Dios, qué bueno".
Me moví sobre él mientras me besaba el cuello, las puntas de los pezones, la boca, y sus manos agarraban firmemente mis nalgas.
Le tomé los testículos y me vine bastante rápido sobre su pene hipertieso.
Él me vio venir, dijo que me sentía fluir y empezó a moverse suavemente dentro de mí, y no tardó en eyacular soltando un gran gemido.
Sentí su semen caliente y fluyendo dentro de mí y me corrí otra vez.
Nos quedamos un rato recuperando el aliento, aún sorprendidos por lo que acababa de pasar.
Al despedirse me dijo: "Te llamo".
Durante este relato desnudaba a María, miraba donde él la había besado, olía e incluso saboreaba aunque el mar había borrado los olores principales.
Le quité la braga, miré su coño aún abierto y lo olí, lo lamí, metí un dedo y salió un poco de líquido resultante de su placer.
"Tienes la mirada de un niño ante su regalo soñado", me dijo María, también muy excitada.
Hicimos el amor toda la tarde alternando relato de María, preguntas, detalles...
Después de correrme al menos 3 veces, María me preguntó si podía seguir viéndolo porque le había encantado verme tan excitado.
¡Qué hermosa prueba de amor!
Le dije que con gusto repetiría la experiencia.
Puedo decir que esta aventura realmente duplicó o incluso triplicó nuestra libido.
Nunca podré agradecérselo lo suficiente.
Continuará...