(Parte) Mi esposa va a un restaurante con otro hombre mientras yo trabajo
Todas las estrellas están alineadas. Chris está disponible, los niños tienen niñera y yo trabajo toda la noche.
La excitación está en su punto máximo, pero no lo demuestro demasiado por temor a que mi esposa se asuste. Ella me confiesa que el estrés la invade, que es la primera vez que jugamos así y que normalmente siempre estoy presente. Tiene miedo de no seducirlo, teme quedarse en blanco durante la conversación, etc. La tranquilizo diciéndole que lo conocemos bien, que es cortés y que todo irá bien. Le pido que me mantenga informado durante la velada y que cumpla una de mis fantasías: que lo bese en público, algo que ella rechaza categóricamente.
Más tarde, le pregunto adónde planean ir a comer. Me anuncia un restaurante de moda donde somos bastante conocidos, o al menos adonde van muchos de nuestros conocidos. La felicito por la elección y confirmo que, de hecho, no podrá realizar mi fantasía y que si se encuentran con conocidos comunes, lo presentará como un amigo.
Hasta el último minuto no lo creo, temo que cancelen. A pesar de la descripción de su atuendo complementada con una foto, el sueño es demasiado bueno. Le pedí una captura de pantalla de su comunicación a través de redes sociales, y he aquí que llega el tan esperado mensaje: "llegamos bien al restaurante". En ese momento, mi corazón late a todo galope.
Una foto respalda sus palabras, una selfie discreta. Me comunico con él y le pido que la bese y me envíe pruebas. Los minutos pasan y parecen horas. Suena el pitido de la notificación y qué placer ver a mi esposa besando a su amante. Le doy las gracias y le aclaro que el objetivo era hacerlo rodeados de gente y no escondidos, jaja. Rectifica por su parte con una nueva foto donde mi esposa devora su lengua rodeada de gente, y ahí comprendo que mi esposa está perdiendo el control y que para hacer esto está terriblemente excitada.
Supe después que pasaron la noche besándose en público. ¡Pero eso no fue todo! En efecto, tras largos minutos sin noticias, el telfono vuelve a sonar y veo una foto de mi esposa a su lado liberándole un pecho en pleno restaurante. Mi esposa nunca quiso jugar así conmigo. Estoy orgulloso de ella, tan feliz por ella, porque se suelta y se divierte con él. La visión de ese hombre y mi esposa exhibiéndose en un lugar público me vuelve completamente loco de excitación.
Las pruebas de su excitación se suceden: pruebas que lo muestran devorando su pecho en medio del restaurante; las videollamadas van mal pero la veo bailar pegada a él mientras se besan. Estoy como un loco, una mezcla de miedo, enorme celos, excitación... Sería incapaz de definir mi sentimiento dominante en ese preciso instante.
Creo tener más miedo que nunca: miedo de no volver a verla regresar, miedo de que lo prefiera a él... Todas las ideas negras pasan por mi mente, pero la excitación y el amor vuelven al frente de la escena. Esta complicidad, este amor, nuestro refugio... nada podrá romperlo o al menos no una aventura de una noche. La veo feliz y excitada, bailando y frotándose contra él. Más tarde me diría que literalmente lo masturbó bailando...
La víspera de esta velada memorable me había preguntado si todo iba bien, si podía traerlo a casa para terminar la noche. Lo sabrán si los comentarios me dan ganas de contarles la continuación de este momento intenso para toda pareja cornuda.
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Comentarios
2 comentariosInicia sesión para comentar
rififi
Hace 2 meses
Merci :)
diable41
Hace 2 meses
très joli récit vivement la suite