¡Pose desnuda para nosotros!

Él le dijo: "¡Pose desnuda para nosotros!" Y ELLA lo hizo. Estaba muy orgulloso de ELLA, de su belleza, una mujer de escándalo. Mostrarla desde todos sus ángulos, que la gente la admire, si se imaginan cómo hacen el amor, por ejemplo. Genial, simplemente.

Antes iba solo al curso nocturno de 'desnudo artístico', un grupo de veinte, no solo viejos, amas de casa respetables y un estudiante discreto, un profesor que no hacía nada, él, de veinte a veintidós horas. Esos días ELLA se consumía en casa esperándolo. A ELLA le habría gustado acompañarlo pero no sabía dibujar. El problema en estos cursos es encontrar modelos espléndidas, pagadas con una miseria pero puntuales. Y como ELLA se quejaba de que la dejaba sola, él le propuso de improviso que sirviera de modelo en el curso, ELLA aceptó y visto el éxito que tuvo y las propinas que recibió, ELLA no tenía más prisa que exhibir de nuevo sus atavíos la semana siguiente.

Los viejos, incluso impotentes, son lúbricos. Son inofensivos y aprecian la belleza. Ver globos, curvas y hendiduras les hace creer que aún tienen veinte años, llenos de savia para derramar, que fueron expertos sexuales si se les cree. Entretanto deben contenerse. Sublimar doctamente su inclinación. No dicen, vulgares, "¡Coño!" sino "¡Qué sublime caída de riñones!"

En resumen, es win-win-win para todos.

ELLA encuentra su beneficio en ser admirada y además pagada –aunque sea poco–. Encima ELLA ve a su enamorado.

Los ancianos por su parte tienen ideas que sacudir con una mano más tarde. Y los bocetos que han hecho de ELLA contra el Alzheimer.

Y el cornudo jubila al exhibir generosamente a su musa.

Finalmente, cuando lo piensa, es ahí donde todo comenzó.