Una noche de mayo

30 de junio de 2025
3 min de lectura
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Marc y Élodie me abordaron en un sitio libertino. Marc era un hombre encantador que, con el acuerdo de su esposa, le buscaba amantes que les convinieran a ambos. Habíamos conversado extensamente en el sitio.

Élodie era una hermosa mujer morena de 40 años con bonitas curvas. Charlamos un poco, pero era Marc quien llevaba la iniciativa.

Tras 3 meses de conocernos, Marc me dio el número de teléfono de su dulce diciéndome: te lo mereces, te doy las llaves.

Élodie estaba encantada de concretar. Marc la había preparado bien; ella lo sabía todo sobre mí. Y me citó en su casa para cenar.

Una casa de campo en el 91. Un bonito jardín. Élodie me abrió con Marc detrás de ella. Lucía un vestido ligero escotado.

Marc me saludó mientras filmaba mi llegada, y yo percibía su excitación.

Élodie me quitó la chaqueta, me agarró por el cuello y me besó directamente con lengua para mi mayor placer.

Me tomó de la mano y me llevó al salón. Me tendió una copa.

Nos miramos y comencé a deslizar mi mano por su muslo. Ella se dejaba hacer. Descubrí que no llevaba ropa interior. Un coño depilado me esperaba ya bien húmedo.

No dijo nada, pero se levantó para ponerse frente a mí, agachada con la copa en la mano. La otra mano desabotonó mi pantalón para sacar mi pene ya bien rígido.

Me hizo ponerme de pie y comenzó una mamada, siempre con la copa en mano. Su boca era suave. No dije nada y me dejé llevar, viendo a Marc radiante.

Apartó mi pene de su boca y me dijo: "Vamos a tomar el aperitivo, ¿estás de acuerdo?".

Sin darme tiempo a reaccionar, sumergió mi sexo en la copa de champán, lo que hizo que mi erección disminuyera un poco; luego volvió a introducirlo en su boca. Sensación extraña pero muy excitante. Esa era su forma de tomar el aperitivo. Toda la copa pasó por ahí, incrementando mi deseo de penetrarla cada vez más. Pero no quise interrumpir el momento y la dejé hacer.

No me había percatado, pero el efecto del champán en ella era particularmente intenso. Estaba un poco achispada, pero controlaba la situación.

Jugué con su esposo a través de la mirada; lo veía masturbarse y filmar simultáneamente.

Luego ella se levantó, se puso a cuatro patas sobre el sofá y me dijo: "Tengo ganas de canapés", levantando su vestido y exhibiendo sus nalgas y su coño ya bien húmedo.

Deseaba tanto hacerlo que me equipé rápidamente y la tomé en posición de perrito.

Me gritaba: "¡Más rápido, vacíate en mí!". Ella dirigía el encuentro.

Tras correrme, se sentó en el sofá y vino a limpiarme el pene.

Su esposo llegó, dejó la cámara y le limpió el coño con su lengua.

Ella me miró y dijo: "Terminado el aperitivo, pasemos a la mesa".

La velada apenas comenzaba.

T

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2 comentarios

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T

thier

Hace 2 meses

Merci !

D

diable41

Hace 2 meses

jolie recit