¡Descubrimiento de que mi mujer es una zorra!

Desde hace algún tiempo leo vuestras historias sobre el cornudo (palabra de moda), intercambista, libertino, triolista, sea cual sea la práctica, todos lo somos en distintos grados. Desde el momento en que compartimos a nuestras esposas, se relaciona con ello, además del lado voyeur que, en definitiva, es muy agradable.

Para resumir, nos casamos y tuvimos hijos muy jóvenes. Como muchos, hemos pasado por altibajos: nos faltaba la juventud que no vivimos con los amigos y amigas.

La Señora sigue siendo muy guapa, no muy alta (1,60 m), es muy menuda con apenas 47 kg, es morena de piel mate con una mirada magnífica y un pequeño pecho 85b que siempre se mantiene muy bien (aparenta entre 5 y 10 años menos) dependiendo del día.

De común acuerdo, decidimos pasar algunas noches en discotecas con nuestros amigos y amigas, cada uno por su lado, casi todos los viernes o sábados según la fiesta o cuando conseguíamos niñera para los niños.

Iba muy bien, claro, nos habíamos jurado fidelidad, etcétera, etcétera, ya conocéis la canción; era solo para festejar, bailar y desestresarnos.

Por mi parte, sin pretensiones (soy realista), como estoy bastante bien físicamente (1,80 m, 75 kg en aquella época, he ganado algunos kilos comparado con la Señora), tuve varias amantes y no me cortaba, pero siempre con la mente puesta en ser discreto y no herir innecesariamente a la Señora.

No nos fijábamos horas para volver, y a veces yo iba a su discoteca favorita. En general, nunca ponía los pies allí; eran nuestros momentos de libertad. Cada vez que fui, la encontraba bailando o tomando una copa, pero nunca en compañía de hombres (ella se cuidaba y en cuanto aparecía, los ahuyentaba rápido). Algunos solo eran amigos, pero bajo los efectos del alcohol las cosas pueden torcerse rápido y ella siempre tuvo mucho cuidado con eso.

Nuestras pequeñas salidas se establecieron tranquilamente y llevaban ya de tres a cuatro meses cuando una noche, bastante borracho, vuelvo a casa hacia las 2 de la madrugada... no había nadie. La Señora aún no había vuelto de su fiesta.

Así que me sirvo una copa mientras espero viendo una película, medio adormilado. Y, extrañamente, llega apenas 30 minutos después, cuando normalmente se quedaba hasta el cierre de la discoteca. También se sorprende de encontrarme en casa, pero actúa como si estuviera muy contenta.

Casi lo olvido: os describiré su atuendo esa noche: un microvestido (y cuando digo micro, lo es de verdad), con un escote trasero que llegaba hasta la comisura de las nalgas. Sin sujetador, por supuesto (nunca lo usa). El escote del vestido realzaba la curva de sus riñones, calzada con tacones de 12/14 cm.

Siempre se vestía muy sexy y con minifalda, pero esto era más que provocativo. Sin necesidad de esfuerzo o agacharse para ver sus bragas o tanga... Imaginaba a los tíos en el club, sentados en los sillones con vistas privilegiadas bajo ese microvestido.

Como la encontré hiper sexy, la tomé en brazos, la llevé directamente a la cama y en menos de lo que se tarda en escribirlo, le quité el microvestido.

¡Y ahí! Sorpresa: ¡ni bragas ni tanga! La había visto prepararse y ponerse una tanga muy bonita con un corazón bordado. Totalmente desnuda en ese momento, la excitación me dominó y pospuse la conversación. Empecé a lamerla por todas partes y a dedearla. Noté que empujaba mi mano y mis dedos cuando se los metí en el coño.

Estaba pegajoso. Bajé la cabeza y, sujetándola, empecé a chuparle bien el coño. Se soltó completamente, explotó al cabo de unos minutos y esta vez fue ella quien me sujetó la cabeza, diciéndome que me tragara todo su líquido. La chupé como un loco pensando que acababa de ser follada por un macho que le había llenado el chocho con una cantidad de lefa bastante impresionante.

Entre el alcohol, la excitación y el descubrimiento que acababa de hacer, lamí y bebí hasta la última gota. La limpié a la perfección... ¡Me encantó!

Luego ella me devolvió el favor y entonces me la follé tratándola de "zorra, etcétera, etcétera", y la hice confesar su engaño.