Mi hombre y yo adictos a lo mismo

1 de octubre de 2025
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Esta tarde he vuelto a casa un poco temprano. ¡Vaya!, el coche de mi marido Karim está aquí. Qué raro. Entro como siempre por el garaje para llegar a la cocina cuando unos ruidos ahogados me llegan desde el salón.

Me llevo una bofetada en toda regla al ver que está sentado, completamente desnudo en el sofá, un negro enorme... ¡Y eso no es todo! Mi marido, también desnudo, entre sus piernas, le está chupando la polla... ¡Al menos eso es lo que deduzco! ¿Qué otra cosa podría estar haciendo? Su cabeza sube y baja lentamente, guiada por las enormes manos del negro.

Mi primer impulso ha sido huir, pero dividida entre el asco y la curiosidad, la curiosidad gana. El hombre acaba de cruzarse con mi mirada y le hago señas para que no se mueva. Como respuesta, me sonríe. En la posición que tienen apenas veo esa polla que debe ser monstruosamente larga porque la distancia entre su boca y el bajo vientre es enorme.

De repente, mi hombre ruge, tose y se levanta... apenas tengo tiempo para apartarme. —Oye, casi me ahogas con tu lefa. ¿Ahora me follas, Patrice?

El otro mira hacia mi dirección y murmura un 'si quieres'. Mi marido Karim ya está agachado sobre el sofá, con la cabeza apoyada en el reposabrazos y las nalgas bien separadas. —Puedes entrar, me he lubricado el conducto.

En esta posición lo veo todo de perfil: entre las manos del negro, una porra fuera de serie... el glande grande como un huevo avanza y se frota entre las nalgas ofrecidas. ¿Mi marido gruñe de dolor? ¿O de placer? El caso es que el rabo desaparece poco a poco de mi vista... pronto los dos cuerpos están pegados el uno al otro. ¡Una imagen irreal! ¿Cómo puede absorber semejante polla...? —Espera un poco a que me acostumbre antes de moverte...

Turbado, el hombre sigue mirándome. Le sonrío levantando el pulgar. Tranquilizado, comienza a sacar casi hasta el anillo para volver a entrar más fuerte hacia adelante... ¡Mi hombre ruge como un tigre! El tipo ya no me quita los ojos de encima... ¡acabo de darme cuenta de que me estoy tocando el coño por encima del chándal! Asqueada, excitada... he visto suficiente. Escabullo de la casa sigilosamente...

Cientos de preguntas se agolpan... reconozco a ese Patrice negro: ¡es un operario de la empresa donde trabaja mi marido! ¿Es la primera vez que le meten? No, seguro que no... ¡parecen cercanos! ¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Es que ya no le basto? Pero bueno... ¡esa polla enorme en el culo de mi marido!

Mi chocho hormiguea en mil punzadas... ¿qué efecto haría en una vagina estrecha? Y si... —Buenas noches, cariño. ¿Buen día? —¡Sí, sí! ¿Y tú? —¡Excelente! Vengo del gimnasio... estoy en plena forma. Ah, por cierto, me crucé con uno de tus operarios... un negro grandote. ¿Sabes quién digo? —Emmm no... Ah, quizás Patrice... solo se me ocurre él. Por desgracia para el pobre tipo, he preparado una petición de traslado. No es lo bastante eficiente... claro que perderá algo de dinero donde lo manden, pero es la crisis. —¿Petición de traslado? ¿Significa que lo mueven a la fuerza o la puerta si se niega? —Se puede ver así... Bueno, voy a ducharme.

En cuanto me da la espalda, rebusco en su bolsillo. Su móvil está ahí... sé que no está bien, pero es por una buena causa. Si son amantes desde hace tiempo debe tener su número... ahí está: Patrice... Apunto el número. ¿Y ese pañuelo de papel tirado en el sofá? ¡Puaj! Está literalmente empapado de semen... ¡me va a servir! —¿Seguro que es la mejor solución para librarse de un hombre que ya no sirve? Quizás él tenga algo que decir... ¿qué es ese papel en el sofá?

Fingiendo querer cogerlo, él se apresura a agarrarlo antes que yo. —Bah, no es nada. —Mmmmm... huele raro tu papel. ¿A ver? —¡Que no es nada, te digo! ¡Déjame en paz ya! —¡Huy! Bueno, si fuera tú, pensaría antes de deshacerse de este hombre... además podría venir a hacer las chapuzas que siempre tienes pendientes y nunca haces.

Se lo toma a mal... ¿ha entendido que lo descubrí todo? —Veré qué puedo hacer... Pero no quiero verlo en casa. Si viene, saldré mientras esté aquí. —Justo lo que deseo...

Al día siguiente llamo a Patrice: —¿Hola, Patrice? Buenas, soy la señora Nadia, la esposa de Karim. Nos vimos ayer... —¡Ooooh señora! ¿Por lo de ayer? ¡Le pido perdón! Su marido me forzó un poco... ¡no lo haré más, lo juro! —Me gustaría hablar con usted, pero no es sobre ustedes dos. Le espero en la cafetería R... venga, es importante... —Allí estaré, señora.

Me he vestido a propósito muy corta... mis pezones apuntan bajo la blusa ligera. —Buenas Patrice. Siéntese a mi lado. —Buenas señora... está usted muy guapa. —Gracias. Mire... el sábado vendrá a casa. Oficialmente viene a trabajar pero... esta es la tarea que le espera.

Lentamente, levanto la falda ya muy corta y abro las rodillas... se ve mi tanga. —Señora, ¿qué quiere decir? —Toca...

Le cojo la mano y la coloco entre mis muslos... la mía reposa sobre el enorme bulto que acaba de formarse en su pantalón. —Vas a trabajar aquí, entre mis piernas con esa herramienta... desde que la vi, quiero tu polla en mi coño. —Señora, me incomoda... —Mi marido está a punto de pedir tu traslado. Puedo impedir eso y hasta conseguirte un ascenso... ¿entonces? —¡Sí! —Cariño, Patrice viene a hacer chapuzas esta tarde. —¡Ah, qué bien! Tengo una reunión... llegaré tarde. ¡No tengas miedo de hacer trabajar a ese vago! —Cuenta conmigo...

Nerviosa, espero su llegada en salida de encaje... ¿para qué perder tiempo desvistiéndose? Ahí está él en mono de trabajo. —Ooooh señora, me incomoda...

Su incomodidad se transforma al instante en tienda de campaña a la altura de su bajo vientre. —Libera tu vergüenza Patrice, y llámame Nadia... ¿a menos que no te gusten las mujeres? —¡Me encantan, Nadia! Pero les da miedo mi...

Agarro la cremallera del mono y la bajo hasta abajo... la polla tiesa respira al aire libre. Paso una mano por debajo y con la otra acaricio esa muñeca que retiembla. —Tu... no me da miedo.

El hombre se anima a desatar el cinturón que sujeta los dos frentes de mi ropa ligera. —¡Quítate ese horrible mono de trabajo!

Me arrodillo desnuda, extasiada ante ese monumento cuya punta perlaba una gruesa gota transparente... me apresuro a lamerla antes de que caiga al suelo. Con la mandíbula abierta apenas puedo tragar el glande... ¿mi marido tragaba más? —Ooooh Nadia... ¡qué bueeeeeno! Usted chupa mejor que su marido.

Eso sí que halaga... mi saliva corre por las comisuras de mis labios. Con una mano que no le da la vuelta, deslizo a toda velocidad la piel de ese tronco... con la otra palpo las enormes bolas lampiñas. —Cuidado... voy a correrme... —Mmmm...

El primer chorro golpea mi paladar... los siguientes se suceden tan rápido que no puedo tragar el semen espeso que corre entre mis pechos hasta mi entrepierna. —Nadia, quiero comerme su coño. —Es tuyo... ¡llévame hasta la habitación!

Minúscula entre sus brazos... mis nalgas reposan sobre la base de su miembro que no se desmaya. En el pasillo hunde su lengua carnosa en mi boca... la mía se repliega porque la suya ocupa tanto espacio.

Delicadamente me deja en medio de la cama. Al instante adopto una pose que excitaría a un eunuco... los brazos bajo mis rodillas, mi vulva expuesta ante sus ojos desorbitados. —¡Su raja es diminuta! ¡Nunca podré penetrar! —Relájala... se suavizará. Tenemos todo el tiempo... ¡prueba con un dedo! —¡Como le digo! Mi dedo apenas entra en su pequeño coño... claro, su marido tiene una pollita... —Prueba con tu lengua... ¡cómeme el culo rápido! ¡Aaah sí! ¡¡Mmm!! ¡Qué bueno!

Su lengua rosada gira en torno a mis labios... intenta meterse... poco a poco mi conejo se suaviza... un dedo se desliza en mi chocho... luego dos... su saliva y mis fluidos corren entre mis nalgas. —¡Rasca mi punto G con los dedos... ahí arriba en la entrada! ¡Sí, ahí! —Su coño se abre como una flor...

Quiero sentir la verga que folló a mi hombre abrirme a mí ahora. —Patrice... fóllame. —¿De verdad lo quiere? —¡Carajo, que me folles te digo! —Bien...

Sus enormes rodillas toman posición entre mis muslos... su miembro amenazante bambolea entre nosotros. ¿Mis ojos son más grandes que mi vientre? Con una mano abre mi coño como puede... con la otra acerca el glande a mi vagina. —La voy a deformar... —¡Revienta mi coño, pero fóllame joder!

La curva de la polla pesa sobre mi matriz... alzo la cabeza al máximo para ver la penetración... mis labios se redondean siguiendo el movimiento hacia atrás del miembro... ¡¡Sí!! ¡Lo tengo! ¡He tragado la cabeza de su nudo! Levanto la cadera para empalarme más. —¡Empuja Patrice, empuja! No me duele... ¡¡Aaahhh!! ¡Me vas a reventar la vulva!

Es como intentar meter un camión en el maletero de un sedan. Milímetro a milímetro la polla abre paso... avanza, retrocede, gana terreno... un anillo esponjoso se forma en torno a su verga nudosa... mis carnes íntimas se despliegan, se estiran... mis mucosas solicitadas a ultranza elevan lentamente un placer inexorable. —Las primeras veces con su marido fueron igual... y ayer su culo se acostumbró... entró como una carta al buzón. —Lo vi... Patrice, me voy a correr y probablemente desmayarme... ¡es tan fuerte! —¡Cuando me corra la despertará!

¡Explosión en todo el cuerpo y luego nada! ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —¡¡Señora!! ¡¡Señora!! ¡Ah! ¡Me asustó! —¿Dónde estoy? Ay, Dios... mi vientre va a estallar. —Me he corrido... mire...

Apoyada en los codos descubro que su tronco entró casi por completo... el semen queda prisionero en mi concha. —¡Venga Patrice! ¡Fóllame otra vez! Mi coño está anestesiado ahora... ¡lléname del todo! —No es prudente Nadia, pero como usted quiera.

Con las manos bajo mis nalgas comienza a frotar a toda velocidad... de repente se queda tieso como piedra. —¡¿Pero qué haces desgraciada?! ¿Estás loca? ¡Te va a deformar como a mí! ¿Por qué crees que quería apartarlo? Estoy loco por su polla, pero últimamente no me atrevía a darte mis calzoncillos para lavar... mi culo ya no se cierra... ¡será igual con tu coño! —Karim cariño... ¿qué haces aquí? —Me imaginé lo que tramabas... os observo desde hace rato... ¡te desmayaste zorra! —¡Sí! ¿Pero viste cómo me folla? ¡Es simplemente fabuloso! —Lo sé... cuando pruebas su destroza-culos... ¡no puedes dejarlo! —¡Entonces quedémonoslo entre los dos! Vendrá dos veces por semana a follarnos a los dos juntos.

Piensa un momento... —Bueno Patrice... te nombro jefe de equipo... así estarás en forma para venir dos veces por semana. Nos tomarás a los dos juntos. —¡¡Genial!! Gracias cariño... ¡¡Acábame Patrice! ¡¡Hazme gritar delante de él!!

Cuando finalmente se retira, un torrente de leche corre por las sábanas. Con su lengua, mi marido limpia amorosamente mi concha distendida... He dormido todo un día...

L

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